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»Cuando nos hiciste salir de Seír, oh Señor, y nos guiaste por los campos de Edom, la tierra tembló y el cielo derramó su lluvia. Sí, aun el monte Sinaí tembló ante la presencia del Dios de Israel.

»En los días de Samgar y de Jael, los principales caminos quedaron desiertos.

Los viajeros usaban senderos estrechos y tortuosos.

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